Carlos Miguel Justiniano es un hombre de 65 años que el pasado lunes 17 de enero aprobó su defensa de grado para obtener su título en licenciatura en Derecho. Cuenta que este paso es el mayor logro que ha tenido y espera que se le abran los caminos para ejercer su profesión.
Con un espíritu alegre, joven y arriesgado, es así como se describe y hace notar con sus palabras que aún tiene fuerzas y muchas ganas para salir adelante y tener mejores condiciones de vida.
Carlos cuenta que su sueño de ser abogado no le nació en grande, sino desde que tenía ocho años. En ese entonces uno de sus tíos que ya falleció, fue quien le preguntó: ¿Qué quería ser en grande? “Yo respondí que quería estudiar Derecha, sé que no se dice así, que es Derecho, pero yo todo un niño inocente todavía no sabía bien. Lo único seguro era que quería ser un abogado y ahora a mis 65 años lo cumplí”.
La Universidad Privada Domingo Savio (UPDS) siguió de cerca la defensa de Carlos Miguel, fotografiando sus más inesperadas reacciones de felicidad, imágenes que fueron difundidas en su página oficial un día después de la defensa, y rápidamente se viralizaron en las redes sociales.
La primera anécdota que recuerda y repite al contar su experiencia es la de su tío Eudosio Flores, quien lo recuerda con mucho afecto, hombre que denota que fue un pilar importante en su vida.
Pero la vida de Justiniano no fue nada fácil, indicando que ni siquiera había salido bachiller. “Solo sabía leer y escribir, le soy sincero, yo ni siquiera hice la primaria, pero, a mis 55 años busqué acabar mis estudios entrando a un CEMA (un sistema de Centros de educación Media Acelerada), donde le pidió al director del colegio Félix Bascopé Gonzales, en la avenida Tres Pasos al Frente, que le tome una prueba para que le permita dar de forma directa su título de bachiller y así ingresar a la universidad.
“Claro que me negaron lo que pedía, hablaron con las autoridades y el director me dijo que curse mis estudios con el resto de los estudiantes, todos eran jóvenes y yo era el único viejo”, cuenta a risas.
Tener de compañeros a adolescentes y jóvenes le llevó varios días adaptarse, al final se integró y compartió con el resto de sus compañeros. Además de estudiar, de forma paralela trabajaba como gendarme municipal.
“El día que me iban a entregar mi título de bachiller una persona no me quería dar permiso para que vaya a recibir mi título, pero afortunadamente apareció otro y me dio 24 horas para que asista al acto y celebre mi logro. Agradezco mucho, porque fue algo que logré cumplir”, expresa Justiniano.
Después de salir bachiller, empezó su búsqueda de una universidad, llegó a la UPDS donde le explicaron la modalidad de estudio, los precios y cuánto tiempo le tomaría cumplir su anhelado sueño de niño.
“Empecé a estudiar, el primer año no me fue tan bien con las notas, pero poco a poco fui mejorando. Una vez me saqué 100 puntos, hasta le pregunté a la docente si se había equivocado, pero me confirmó que fui el que obtuve la mejor calificación”, relata.
A medida que pasaban los años, Carlos Miguel no dejó su trabajo como gendarme o guardia municipal, oficio al que se dedicó aproximadamente nueve años, ganando al mes Bs 2.500, según cuenta.
“Lo peor empezó cuando llegó la pandemia, yo no sabía agarrar una computadora, manejar los celulares y tuve que hacer de todo para estar en las clases. Aprendí y ahora ya soy un abogado”, dijo orgulloso.
Lo poco que ganaba, las responsabilidades en su hogar, los gastos en el estudio y en los últimos años incluir a su lista el gasto para el internet, lo hizo pasar algunos días muchas necesidades. Pero nada venció a Justiniano.