El portal Genial.guru consultó con los psicólogos e intentó responder junto a ellos la pregunta de por qué a los malos estudiantes a veces les va mucho mejor en la vida que a los que se sacan notas excelentes. Y a aquellos que lean el artículo hasta el final los espera un bono que les contará por qué no ser el mejor alumno de la clase no siempre es una desventaja, sino que incluso puede ser provechoso.
Razón N° 1.- No persiguen las notas
Para la mayoría de los estudiantes excelentes, las calificaciones son un indicador de éxito: una vez que obtienen una buena nota, bien hecho, lograron algo. Pero esta forma de pensar no permite darse cuenta de que cualquier evaluación es subjetiva y depende no solo de la calidad del conocimiento, sino también de otros factores, por ejemplo, la actitud del maestro y, a veces, solo de su estado de ánimo.
Los malos alumnos no necesitan confirmar su éxito con buenas calificaciones. En el camino hacia la meta, se guían no por la aprobación de otras personas, sino por la satisfacción interna del trabajo realizado.
Razón N° 2.- No tratan de ganarse el buen trato de los demás
Para los estudiantes excelentes, por regla general, es muy importante causar una buena impresión en el maestro. Es por eso que muchos de ellos intentan ser estudiantes diligentes, levantar la mano incluso en las lecciones más aburridas y complacer a los maestros sin cuestionarlos.
Los niños con bajo rendimiento generalmente no intentan impresionar a nadie. Aunque tratan a los maestros con respeto, no se desviven por complacerlos.
Como lo demuestra la experiencia, de adultos, tanto los buenos alumnos como los regulares, implementarán el mismo modelo y comportamiento frente a sus superiores.
Razón N° 3.- No hacen todo por su cuenta
Muchos estudiantes excelentes, incluso después de graduarse de la escuela secundaria, continúan siendo guiados por la regla “si quieres hacerlo bien, hazlo tú mismo”.
Todo porque se han acostumbrado desde la escuela a dar el 100 % de sí mismos en lo que sea, y controlar todo personalmente. Mientras que los malos alumnos, los perezosos y los estudiantes regulares usaban las capacidades de otras personas dependiendo de sus habilidades (“Copiaré la tarea de matemáticas de Natalia, mientras que la de química la hará mejor Pedro, me copiaré de él”).
En la edad adulta, tanto los excelentes estudiantes como el equipo de los regulares continúan siguiendo este principio: algunos se esfuerzan hasta quedar sin nada de energía, mientras que otros delegan tareas a sus subordinados o colegas.
Razón N° 4.- Se permiten actuar imperfectamente
En psicología, existe el término “síndrome del estudiante”, cuando una persona construye su vida sobre el principio de “hacer todo perfectamente o no hacerlo en absoluto”. Vivir con esa actitud es increíblemente difícil, porque lograr el éxito en todas las áreas es imposible. Una persona se sentará durante días en un trabajo que no le gusta, obligándose a esforzarse aún más, o, por el contrario, nunca se atreverá a hacer lo que realmente le gusta, por temor al fracaso.
Y aquí hay un ejemplo perfecto de eso: “Hace mucho, un niño estudió conmigo en una escuela de arte. Dibujaba bien, pero en la última clase dejó de prestarle atención al estudio y, como un típico mal estudiante, dejó la escuela con un certificado, no con un diploma.
Ni eso, ni el hecho de que sus primeras obras fueran criticadas le impidió convertirse en uno de los mejores artistas de grafiti del país. Ahora recibe pedidos de todo el mundo. Si fuera un perfeccionista, obsesionado con las evaluaciones, su talento no se habría revelado”.
Razón N° 5.- No malgastan su energía
Un mal estudiante nunca se obligará a hacer lo que no le gusta y malgastar energía en algo de lo que no ve el punto, sino que se centrará en lo que es realmente interesante para él. Un buen estudiante se obligará a esforzarse hasta el desmayo solo para no bajar en los indicadores del buen rendimiento.
Posteriormente, a menudo sucede que el “excelente estudiante” también en la edad adulta gasta energía en lo que no le gusta, ya sea un trabajo no satisfactorio o una relación en la que no es feliz.
La lógica que guía a los malos estudiantes queda bien demostrada por la historia contada por Ivan Mitin, fundador y propietario de la red Ziferblat: “Fui a 7 escuelas diferentes y en todas partes era un mal estudiante. No quería estudiar temas que no me interesaban, y estos incluían todas las ciencias exactas. Cuando supe que en el 10° grado podía tener un insuficiente en todo el año, simplemente dejé de estudiar álgebra.
Al mismo tiempo, leía mucho y estudiaba diferentes fenómenos que me interesaban. A eso hay que agregarle el hecho de que obtuve acceso a Internet en 1994, cuando ninguno de mis maestros entendía qué era. Todo mi tiempo libre lo pasaba en línea, jugando en la computadora, paseando y leyendo”.
Razón N° 6.- Tienen algo que hacer además de estudiar
Mientras los compañeros de clase que son buenos estudiantes pasan horas sentados detrás de los libros de texto para no quedarse atrás en la carrera por el rendimiento académico, los niños que no estudian tan bien pasan su tiempo libre a su antojo: leen, practican deportes, hacen música, bailan o simplemente juegan con los chicos del barrio.
Según los psicólogos, es muy difícil para los niños que son excelentes estudiantes relajarse porque están en constante tensión, no solo mental, sino también psicológica.
Desafortunadamente, los excelentes alumnos a menudo llevan este problema con ellos a la edad adulta: están perseguidos por una ansiedad sin causa y el miedo a no estar a la altura de las expectativas de alguien.
Razón N° 7.- Son capaces de soportar no solo las temporadas altas, sino también las bajas
Probablemente, todos hemos conocido a esos estudiantes para quienes obtener un solo punto menos del excelente era como una afirmación de su propia inutilidad y mediocridad.
En la vida, esas personas experimentan muy dolorosamente los fracasos, y cualquier error, incluso el más insignificante, es percibido por ellos como una tragedia. Los malos estudiantes están acostumbrados a obtener no solo buenas calificaciones, sino también las malas. Para ellos, un “insuficiente” no es el fin del mundo, sino solo una marca en un papel. En la vida, a esta clase de personas les resulta mucho más fácil adaptarse al estrés y se recuperan más rápido después de un fracaso.