“Hace 23 días junto a mi esposa nos encontramos en la ciudad de La Paz, vinimos en busca de terminar de curar el cáncer de seno que le aquejaba, estábamos seguros que podíamos combinar el tratamiento de Radio Terapia y las clases virtuales que impartimos, pero en el proceso mi esposa Heidy Méndez Arana consideró que “mientras haya vida no solo es existir, sino hay vivirla, disfrutarla” y me propuso que los fines de semana de esta larga estadía además de recibir las 20 sesiones de radioterapia y pasar clases con nuestros alumnos, aprovechemos para conocer los lugares más hermosos de La Paz, empezamos visitando Copacabana, luego realizamos una larga caminata al helado cerro de Wara Warany de 5.200 mts sobre el nivel del mar.
El 20 de febrero nos aventuramos a conocer la ‘Carretera de la muerte’ de los Yungas de La Paz, la empresa que nos llevó nos cobró 400 Bs., el precio incluía, refrigerio, almuerzo, transporte, el uniforme y las bicicletas, éramos ocho parejas y gran casualidad todos de la ciudad de Santa Cruz”, cuenta el catedrático de la UAGRM de Santa Cruz, Edy Acosta, al periódico El Universitario.
“Fueron 64 kilómetros de recorrido desde la cumbre, 54 Kms. en bicicleta y siete en auto (que era lo más difícil, la subida), por más de seis horas nos sorprendimos con una maravillosa naturaleza, llena de árboles, helechos y otro tipo de vegetales propios del lugar. La carretera de la muerte hoy ya no es transitada por vehículos de alto tonelaje, y debido a un derrumbe a la mitad del trayecto no circulaban los vehículos pequeños, solo éramos nosotros y las seis parejas.
Después de dejar la cumbre, pasamos por pequeños pueblitos, hasta llegar a Chuspipata, continuamos manejando nuestras bicicletas cual si fuéramos aves volando por pendientes pedregosas, en algunos lugares con solo 2,5 metros de ancho y en el trayecto nos deleitamos con árboles, helechos enormes, ríos, cascadas gigantes y conocimos los lugares más peligrosos, como ser: El puente del diablo, la cola del Diablo, la curva de la muerte, este último con tétricas leyendas plagadas de muerte y horror, es en esta parte done los choferes en vez de ver la curva veían un camino recto y se precipitaban al vació, algunos sobrevivientes cuentan que en ese lugar se escuchan los lamentos de todos los accidentados muertos en ese paraje.
Pero nosotros solo vimos, mucha belleza, mucha vegetación, mucha vida, fue un día de adrenalina y mucha belleza. Todavía queda mucho por visitar el siguiente fin de semana”.