“Hace un año estábamos en una reunión por la alerta de la influenza cuando se nos comunica sobre el primer caso sospechoso de Covid-19 en San Carlos”. Así recuerda Carlos Hurtado, gerente de la unidad de Epidemiología del Servicio Departamental de Salud (Sedes) de Santa Cruz, cómo tuvieron conocimiento de aquel primer caso de contagio.
Tras un año de pandemia, Hurtado considera que el Comité Operativo de Emergencia Departamental (COED) ha mantenido “una guerra frontal contra esta enfermedad, que tanto dolor y sufrimiento que nos ha causado”. Desde ese primer día, los responsables del Sedes, junto a las autoridades que componen el COED, “han comandado todas las operaciones técnicas para controlar la enfermedad”.
En cifras, el primer año de coronavirus deja un saldo de 5.350 fallecidos en el departamento de Santa Cruz y cerca de 90.000 contagiados. Hurtado dice que el 90% de los afectados han superado la enfermedad.
En el balance presentado por el COED se indica dos brotes u olas de contagio que incrementaron la incidencia de la enfermedad. El primero tuvo lugar entre los meses de mayo y julio. El segundo, “con una letalidad tres veces mayor”, ocurrió en los meses de diciembre de 2020, enero y febrero de 2021.
Hurtado recuerda que el coronavirus nos ha afectado en todos los aspectos de la vida, es decir, en lo económico, social, salud, familiar. Incluso, asegura que ningún cruceño ha quedado al margen del dolor que causa esta enfermedad. En particular, recuerda el fallecimiento de Oscar Urenda y Roberto Tórrez, “dos íconos de la salud que dieron su vida para controlar la enfermedad”.
A pesar de todos los esfuerzos que han realizado como autoridades, “nada ha sido suficiente hasta el día de hoy”. El epidemiólogo apela a la llegada de más vacunas anticovid, para masificar la vacunación y revertir, de alguna manera, el coronavirus.
Hurtado insiste en el compromiso de la población para mantener las medidas de bioseguridad y evitar una tercera ola que obligue a “mayores medidas de encierro o mayor cantidad de muertos”.
Fuente: El Deber