Norma Roca escribía esta carta a otro de los tantos investigadores expertos que encontraba: “Soy de la ciudad de Santa Cruz – Bolivia, yo estoy buscando mi hija que fue raptada del kínder donde asistía hacen 26 años atrás a la edad de 4 años. Fue un caso que conmovió a la población boliviana, ya que todos los hechos he inicios hacían suponer que los autores eran familiares del padre de mi hija.
En esta dolorosa historia, existieron pruebas y testigos de quienes planearon el rapto de mi hija fueron la madrastra de mi niña y la hermana del papá de mi hija. Todo por no pagar una deuda de asistencia familiar para mi hija, que el papá debía. Mi hija fue secuestrada a la edad de 4 años y medio, ahora tendría 31 años cumplidos, sin poder saber nada de ella, decía el 2016.
He sospechado de la madrastra y el padre, por muchos hechos que sucedieron días antes del rapto de mi niña, hubo un testigo el cual dijo que le habían ofrecido pagarle para que se robara a mi hija, con todas las pruebas e indicios, fueron llevados a la cárcel, y se les siguió un proceso, pero nunca hablaron.
Luego salieron en libertad aludiendo falta de pruebas, y que las declaraciones del testigo no eran válidas para la justicia, porque era menor de edad.Terminado el proceso contra los presuntos implicados, con la sentencia que dictó la juez, como madre me sentí aún más desesperada y desilusionada de la justicia, pero aun así he seguido buscando a mi hija, con todos los medios según mi alcance, lastimosamente sin haber tenido noticias. Los sospechados y procesados fueron 3 personas, la madrastra: Ana Beiba Espinoza Pedraza, el padre: Marco Justiniano, la hermana del padre de mi hija: Sonia Justiniano”, escribió ese año.
El 2019, Norma Roca regresó a Bolivia, luego de haber estado casada, entonces visitó a su ex marido. “Él se puso a llorar, me dijo que le perdone, que estaba seguro que fue Kity, su pareja la que hizo todo. Se quejó de que la mujer era esquizofrénica, que lo amenazaba con cuchillo. Yo le conté eso a la policía. Lo metieron preso, pero él se negó lo que me había dicho y lo dejaron en libertad”, lamenta.
Norma tuvo que salir del país en busca de recursos económicos para seguir buscando a su niña. El 2000 hizo maletas de emigrante y se fue a trabajar a Italia. También tuvo una nueva pareja y un niño. Su relación sentimental no prosperó, pero su hijo le inyectó fuerzas para no desmayar, para tener ganas de vivir, para no descansar en la búsqueda de su Leidy Yenny.
Cada cierto tiempo retorna a Bolivia y hace cuatro años, cuando estuvo en Santa Cruz, la vio a Sonia, la hermana de su exmarido.
La increpó de nuevo y la mujer le soltó otras pistas. Le dijo que entregó a su hija a un narcotraficante que vivía en Trinidad. El 2017, cuenta Norma. Se reabrió el caso judicialmente; pero hasta la fecha, aún están sin respuestas.
El Deber