El Universitario

Un puñado de valientes contra un enemigo invisible.

Un puñado de valientes contra un enemigo invisible.

Este es el editorial del periódico El Universitario.

La guerra comenzó sin ser declarada, los ejércitos del mundo nunca habían imaginado un enemigo tan poderoso. Arrancó a las 2 de la mañana del 31 de diciembre de 2019, en una de las más grandes potencias, devastando sus primeras defensas.

A los dos meses, el invasor habíase apoderado de las zonas de suministro de las más grandes capitales del mundo. Nos encontró a los humanos totalmente divididos. Oriente y Occidente luchaban por la hegemonía económica y política, por controlar los precios de las materias primas.

Todos los países convocaron a sus únicos guerreros capaces de luchar contra este mortal enemigo, que contra los cientos que caían cada día, eran sólo un puñado dispuestos a ofrendar sus vidas.

Dolor, desesperación, desamparo, y sobre todo, impotencia sienten cada día; ver caer a cada civil sin poder salvarlo, uno tras otro, es su calvario. Armados del único valor que les queda: la ilusión de volver a ver a su familia, no se rinden, caen y se vuelven a levantar. Ajenos al cálculo político de sus generales y gobernantes.

Los países han armado sus ejércitos como pudieron, algunos, como el nuestro, no tienen las armas necesarias, en realidad nadie la tiene. Se necesita sólo una, una `vacuna´.

El gobierno chino convocó a sus mejores guerreros expertos en medicina para luchar contra el enemigo del que sólo se conocía su nombre, `Coronavirus´, garantizándoles seguro de vida para ellos y su familia. Se presentaron pronto, sabiendo que tal vez nunca volverían a ver a sus seres queridos. 13 de ellos, los más jóvenes de Wuhan, cayeron en cada batalla que libraron. Su gran hazaña: lograron repeler al virus.

El mal se trasladó a Italia, 45 de los 4.800 médicos y salubristas contagiados cayeron hasta la fecha. “Los muertos ya no hacen ruido a medida que crece la hierba” lo dijo el médico Filipo Anelli, citando al poeta italiano Giuseppe Ungaretti, “y, sin embargo, los nombres de nuestros amigos, colegas, puestos negros sobre blanco, hacen un ruido ensordecedor”, sollozó el galeno.

En cada nación, sólo son un puñado de valientes contra un enemigo invisible, dotados de las escasas armas que tienen a disposición enfrentan cada batalla. La gran guerra está por librarse, mientras se despiden de sus hijos sin poder besarlos ni abrazarlos, las lágrimas caen sobre la pantalla de los celulares en cada videollamada.

Nosotros los civiles sólo podemos orar por ellos, porque no se rindan, para que no les falte fuerzas, para que nos salven, para que no nos abandonen.

José Luis Peñaloza Céspedes

DIRECTOR

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