Barack Obama terminó de pagar su deuda estudiantil con 44 años, justo antes de convertirse en senador. En sus comienzos como política, Alexandría Ocasio-Cortez era entrevistada por Vivian Wang (New York Times, 27 de junio de 2018), cuyas tres primeras frases fueron: “Nunca ha ocupado cargos públicos. Todavía está pagando su deuda estudiantil. Tiene 28 años”.
Los medios de comunicación estadounidenses generalistas y económicos se refieren al sistema de la deuda educativa como “un riesgo”, “una amenaza”, “una burbuja”, “una estafa” que hará crash en el momento menos esperado. El drama social de este modelo mercantilizador lo han reflejado series como Shameless (Temporada 10, capítulo 2), donde uno de sus protagonistas pierde su sueldo por impago de una deuda estudiantil aumentada con intereses.
Después de las hipotecas de vivienda, la deuda estudiantil es hoy la mayor deuda privada en EE UU. Y es la deuda más rápida en crecer. En los últimos 20 años se ha duplicado y va camino de los dos billones de dólares
Después de las hipotecas de vivienda, la deuda estudiantil es hoy la mayor deuda privada en EE UU. Y es la deuda más rápida en crecer. En los últimos 20 años se ha duplicado.
En el último trimestre de 2018, la deuda educativa aumentó 166.400 millones de dólares. En 2019, esta deuda acumulada va camino de los dos billones de dólares, más que el PIB completo de la mayoría de países del planeta, incluidas las economías de Brasil, Rusia, Canadá, Australia, Italia o España.
“Las razones para la acumulación de deuda educativa tienen que ver con un sistema financiero especulativo que fomenta el aumento de la desigualdad y la concentración de la riqueza económica (más pobres con mucho menos, menos ricos con mucho más). El aumento creciente de los impagos es un “síntoma del fracaso” del modelo neoliberal”, explica una profesora universitaria de Nueva York que prefiere mantenerse en el anonimato.
Según Palmar Álvarez, profesora en Carleton College (Minnesota), varios factores hacen que decenas de miles de familias en EE UU no puedan pagar hoy los préstamos que asumieron para estudiar en la universidad. Uno: austericidio y recorte de derechos básicos. Dos: precarización y devaluación del empleo. Y tres: congelación de salarios. No, por supuesto, los salarios altos, que han crecido desde los 90. Los de la clase media se han quedado virtualmente estancados. Y los bajos, han ido a peor.
En EE UU casi la mitad de los estudiantes universitarios están endeudados, en especial aquellos que hicieron Grados y Postgrados en universidades privadas. Una cuarta parte de la población, 44,7 millones de personas, tiene una deuda estudiantil.
Durante los últimos 20 años se ha creado una burbuja económica privada con consecuencias públicas y hoy sigue estirándose a costa de la vida de la gente común. “El triángulo meritocracia, creditocracia y deudocracia implica grandes dosis de individualismo, desprotección social y recortes de unos sistemas públicos esquilmados históricamente en EE UU”, comenta una profesora del SAIC de Chicago que también prefiere proteger su identidad.
El aumento de esta deuda está unido a “una relación con los bancos que en Europa nos cuesta entender”, apunta Mary Taylor, investigadora y profesora de la City University of New York (CUNY). “También cuesta entender el sistema universitario estadounidense.
Sé que es difícil de explicar, pero lo público, lo privado, lo no lucrativo y lo lucrativo no son cuatro tipos diferentes, sino cuatro elementos que se pueden combinar. Por ejemplo, Princeton es una universidad privada sin fines de lucro, pero también hay universidades privadas con fines de lucro (o colleges, muy a menudo). Las universidades estatales son todas sin fines de lucro”.
En este reportaje, el portal especializado en finanzas EL Salto de España, realiza una investigación documentada de la verdadera situación de las universidades – negocio en los Estados Unidos.
Endeudamiento estructural de estudiantes
En EE UU casi la mitad de los estudiantes universitarios están endeudados, en especial aquellos que hicieron Grados y Postgrados en universidades privadas. Una cuarta parte de la población adulta estadounidense (44,7 millones de personas) tiene una deuda estudiantil, generalmente contraída en centros privados, que terminará de pagar a duras penas tras 20 años y varias refinanciaciones bancarias.
“Los préstamos estudiantiles incluyen aquellos préstamos para financiar gastos educativos proporcionados por bancos, cooperativas de crédito y otras instituciones financieras, así como gobiernos federales y estatales”, define el banco de la Reserva Federal de Nueva York.
Estamos hablando de deudas estudiantiles con un tipo de interés entre el 5% y el 8%. Y eso que el 85% de estas deudas son públicas —del Gobierno federal gestionadas a través de los colleges—. “Pero cada vez más gente no puede pagar sus préstamos educativos”, insiste Taylor. Hoy más de ocho millones de personas se encuentra en situación de impago de deuda estudiantil.
Acudir a universidades privadas como Harvard en 2019 —tuition, room & board, el alojamiento en el campus suele ser obligatorio— cuesta 71.150 dólares. Como dice el eslogan del Pratt Institute de Nueva York, “parents are partners” (los padres son los socios). El negocio está servido.
“Pero cada vez más gente no puede pagar sus préstamos educativos”, insiste Taylor. Hoy más de ocho millones de personas se encuentra en situación de impago de deuda estudiantil
Según un estudio de Brookings firmado por Adam Looney y Constantine Yannelis en 2015 al menos la mitad del alumnado de los colleges y universidades privadas en EE UU no va a poder devolver a los bancos la deuda que adquirió para estudiar en un centro privado.
“Pero EE UU no es homogéneo, hay que situarse en cada uno de los 32 Estados para conseguir una foto completa. Algunas regiones se han enriquecido mucho, sus universidades privadas tienen muchos medios y se perciben como prestigiosas, la costa Oeste y la costa Este, fundamentalmente”, puntualiza Joel Weisberg, profesor emérito de físicas, astronomía y ciencias Naturales en Carleton College.
La estafa de la deuda educativa
En 2012, la media de deuda por estudiante al terminar su grado universitario era de 30.000 dólares. En 2018, la cifra superaba los 32.000 dólares; en 2019, más de 37.000. La deuda media es casi cuatro veces más que en los años 90.
“Una de las razones del aumento de esta deuda es el aumento de los precios de las matrículas, que está relacionado, por un lado, con la disminución de la financiación estatal —federal y local— y, por otro, con la forma en que la universidad ha asumido la estructura de una corporación, en la que las personas que se encuentran en la cima reciben salarios a menudo equivalentes a los de los directores ejecutivos, pero también proporcionalmente similares a las diferencias salariales en las empresas”, explica Taylor.
Las tasas y matrículas universitarias han aumentado un 1.100% en las últimas tres décadas. A pesar de la predicción de recesión para 2020, “el sistema de la deuda estudiantil es una estafa y seguirá creciendo”, según The Wall Street Journal
El gasto público en educación superior en EE UU ha aumentado progresivamente desde 1962, con dos años en negativo, 2009 y 2013, coincidiendo con el crash del capitalismo financiero. Al mismo tiempo, los costes de la universidad (tasas y matriculas) pública y privada han aumentado un 1.100% en las últimas tres décadas (The Debt Resisters: Operations Manual, p.67). A pesar de la predicción de recesión para 2020, “el sistema de la deuda estudiantil es una estafa y seguirá creciendo”, según The Wall Street Journal.
Corrupción y debates políticos
A finales de octubre de 2019, Arthur Wayne Johnson, principal responsable de préstamos universitarios de la Administración de Donald Trump durante los dos últimos años, renunció a su cargo en el Departamento de Educación y anunció que trabajaría para la cancelación de deuda estudiantil masiva gestionada por el gobierno federal. El businessman de Georgia presentó en The Wall Street Journal el objetivo de cancelar hasta 50.000 dólares a cualquier estudiante con deuda estudiantil federal, en total, según sus cálculos 925.000 millones de dólares.
La renuncia de Wayne llegó el mismo día que un juez federal acusó de desacato a la actual ministra de Educación estadounidense Betsy DeVos por violar una orden jurídica que exige dejar de cobrar las deudas de 60.000 estudiantes estafados por la empresa Corinthian Colleges en 2014. El Departamento de Educación fue multado con 100.000 dólares, pero Devos siguió en el cargo de ministra.
DeVos ya estuvo implicada en un escándalo de corrupción y desvío de fondos de un college for-profit. Un caso de estafa a estudiantes parecido a la Universidad Trump. Con motivo de la reforma del sistema de acreditación de centros de educación superior, DeVos declaraba a finales de 2018: “Repensar la educación superior requiere que desafiemos cada supuesto, examinemos cada práctica y cuestionemos el status quo. Debemos preguntarnos por qué hacemos lo que hacemos, si puede haber una mejor manera y si se satisfacen las necesidades de todos los estudiantes”.
El candidato Bernie Sanders, que declinó por Biden, defiende la necesidad de que la universidad sea gratuita, condonar la deuda estudiantil, reducir las tasas de interés de los préstamos educativos y que agujero financiero sea cubierto con un impuesto a la bolsa.
En la misma línea se está pronunciando la abogada, ex profesora de la Universidad de Harvard y senadora Elizabeth Warren, que en 2013 denunció que el Programa Federal de Préstamos Estudiantiles ya generaba “beneficios obscenos” dentro de la Administración de Obama.
En contradicción con las propuestas anteriores, Donald Trump, responsable del presupuesto estatal para 2020, ha propuesto acabar con el programa público de condonación de deuda estudiantil para funcionarios públicos.
En la actualidad, el Gobierno de EE UU exige por ley que todas las instituciones de educación superior —universidades públicas y privadas— publiquen el número de estudiantes que piden préstamos y el porcentaje de impagos. Pero al mismo tiempo permite gestiones ilícitas, especulativas y corruptas en materia educativa.
Un jardín privatizado para élites
Paseo por campus y edificios de universidades privadas en Minnesota, Chicago y Nueva York. Son bucólicos y están equipados con tecnología puntera. Hay residencias estudiantiles estilo Harry Potter, instalaciones deportivas, hospitales, bosques y lagos. Pero la calidad de la educación no se debería medir por tecnologías, lagos o instalaciones deportivas, sino por el contenido de los programas educativos, el profesorado y la forma de enseñar.
Un estudiante endeudado empieza a pagar entre seis y nueve meses —“periodo de gracia”— después de graduarse en la universidad, tenga o no un trabajo asalariado
Lo que está en crisis no es el modelo público de educación superior, sino el modelo privatizado y neoliberal que reproducen más de 7.000 universidades y colleges en EE UU. En la universidad, el fracaso del capitalismo se está materializando en una huida hacia delante, la burbuja de la deuda estudiantil. “Una deuda que fomenta el sector privado, pues aquellos estudiantes que fueron o van a una universidad pública, pagan tasas mucho menores, pueden trabajar mientras estudian y no suelen acumular deudas”, insiste Álvarez-Blanco.
Un estudiante endeudado empieza a pagar entre seis y nueve meses —“periodo de gracia”— después de graduarse en la universidad, tenga o no un trabajo asalariado. Pero “aunque obtengas un aplazamiento de los pagos, en la mayoría de los casos los intereses siguen subiendo. Los préstamos estudiantiles tienen las condiciones más agresivas e injustas, y en mi opinión están condenados a extinguirse tarde o temprano, aunque para que esto ocurra será necesaria mucha movilización popular”, precisa la artista, activista y profesora Begoña Santa Cecilia desde Nueva York.
Según el informe del Federal Reserve Bank of Nueva York de 2018, el 11.4% de la deuda estudiantil agregada tenía impagos superiores a los 90 días. Este porcentaje sigue en aumento.
Otro informe ya indicaba en 2012 cómo “es probable que los índices de morosidad en préstamos estudiantiles subestimen las cifras reales, porque casi la mitad de estos préstamos se encuentran aplazados, en períodos de gracia o indulgencia de morosidad y, por tanto, no figuran en el ciclo de reembolso de deuda. Esto implica que los índices de morosidad son aproximadamente el doble”.
“Nadie pregunta de dónde vienen tus ingresos. Porque hablar del origen del dinero que manejas y que te permite estudiar, comer, alquilar una habitación cuando tienes 20 años es hablar indirectamente de los ingresos familiares. Y hablar de la clase social sigue siendo un gran tabú”, puntualiza Palmar Álvarez-Blanco.
Detrás de las estadísticas, hay millones de vidas truncadas y muchas preguntas que no se formulan en voz alta. ¿Tuviste becas para pagar las tasas universitarias? ¿Tu familia es rica? ¿De dónde viene ese dinero? ¿Tu familia se endeudó por ti?
No obstante, “la riqueza de la familia entra en juego si la familia declara su renta vinculada al estudiante como “dependiente”. Si un estudiante presenta su propia renta, solo se tienen en cuenta sus ingresos. De esta manera, incluso los estudiantes ricos pueden obtener fondos limitados del Estado porque la riqueza de su familia es invisible”, apunta Taylor.
Detrás de las estadísticas, hay millones de vidas truncadas y muchas preguntas que no se formulan en voz alta. ¿Tuviste becas para pagar las tasas universitarias? ¿Tu familia es rica? ¿De dónde viene ese dinero? ¿Tu familia se endeudó por ti? ¿Qué precio pagaste por graduarte? ¿Trabajas en algo relacionado con tus estudios? ¿Hiciste un máster? ¿Un doctorado?¿Qué aprendiste? ¿Te arrepientes? ¿Cuántos años llevas tomando antidepresivos y ansiolíticos?
“Dentro de la universidad no se ve lo que pasa”, dice una estudiante del SAIC de Chicago que también prefiere mantener en el anonimato. “Es más caro pedir un préstamo estudiantil que hipotecarte para comprar una casa”. “La llamada “economía del conocimiento” es una estafa financiera que pagamos las personas con menos recursos”, dice enfadada.
Lo que pasa es que hoy la gente “acaba trabajando en cosas distintas a las especialidades para las que nos preparamos durante años en la universidad”, precisa Brad Radford, profesor de Física en Chicago. Este hecho —novedoso en EE UU también está quebrando el sistema económico de la deuda educativa. “Estudias Física, Periodismo, Derecho, Biología, Literatura o Ingeniería, pero luego es muy probable que trabajes en otra cosa, con un salario bajo que no llega para pagar la deuda universitaria que acumulaste. Yo tengo mucha suerte porque estoy dando clases en un máster privado”, confiesa Radford.
Ahora los Comités de Admisiones y Ayuda Financiera de las universidades privadas están redefiniendo el rango de estudiantes provenientes de familias “de clase media” para aceptar y becar a más estudiantes de familias no ricas y fomentar lo que en EE UU llaman “diversidad socioeconómica”.
Universidad empresa corporación
En el contexto de desmantelamiento de la universidad pública, ya no existe un sistema público de mentores y de orientación universitaria, pues ha cambiado la distribución de tareas en la universidad. El libro The Fall of the Faculty incluye datos que demuestran que antes por cada tres profesores había un PAS (Personal de Administración y Servicios). Ahora hay más administradores que profesores.
Para Steven Torres, profesor en la Universidad de Nebraska, “sin duda, ha habido una enorme proliferación de personas administradoras a todos los niveles. En la Universidad de Vanderbilt (Tennessee), por ejemplo, hay 64 empleados no docentes por cada 100 estudiantes. También ha habido un incremento en personal docente sin contrato fijo y a tiempo parcial. Según la American of University Professors – AAUP (sindicato de profesores universitarios de Estados Unidos), entre un 76% y un 78% de los profesores universitarios en Estados Unidos, según el estudio que consultes” se ve afectado por este tipo de precariedad laboral.
Según Mar Valdecantos, escritora y organizadora comunitaria en Minnesota, “la diferencia entre una privada y una pública es el seguimiento personalizado de profesores y mentores. La labor de asesoría y mentoría es fundamental para tener éxito en tu carrera universitaria”.
“Hay que poner límite a la mercantilización de la educación y apoyar el sector público. El problema es el capitalismo y el desmantelamiento de lo público”, prosigue la profesora Álvarez-Blanco.
“Parte del problema tiene que ver con la devaluación de lo público —falta de inversión— que hace que el sector privado pueda ofrecer muchos mejores servicios”, explica Palmar Álvarez Blanco.
“El problema estudiantil” es el problema de un modelo económico. “Y este problema no se va a resolver por sí solo”, afirma Mary Taylor. “Por eso creo que es importante haya una regulación específica en el tiempo, ya que los estudiantes endeudados hoy no son libres para estar desempleados, subcontratados o siquiera protestar, porque están en deuda con los bancos y éstos pueden quitarte todo el dinero de tu cuenta”.
“Hay que poner límite a la mercantilización de la educación y apoyar el sector público. El problema es el capitalismo y el desmantelamiento de lo público”, prosigue Álvarez-Blanco.
Las huelgas estudiantiles de 1975 en Nueva York y Massachusetts no imaginaron el calado de la reforma educativa que iba a tener lugar en las siguiente décadas. Los gastos universitarios han aumentado en EE UU un 500% desde 1985 hasta hoy.
Las críticas y demandas del movimiento Salary for Students se quedaron cortas. Porque hoy el alumnado, además de ayudas económicas, tiene salarios bajos en sus universidades, pero sigue endeudado.
El sistema universitario hoy no tiene nada que ver con la universidad de los años 60 en EE UU. “Mis padres pudieron estudiar una carrera y no están endeudados. Yo soy bailarín y decidí que no me iba a endeudar yendo a la universidad, así que no tengo estudios superiores”, afirma el artista Jerry de Seattle.
En el contexto de la deuda y de las preocupaciones del alumnado, ¿cuál es el papel del profesorado universitario?¿Cuál es nuestro papel entonces? “We don’t preach, we teach” (no predicamos, enseñamos)”, concluye Álvarez- Blanco.
El nuevo negocio: empresas educativas que asesoran
En un contexto de desprotección social y falta de recursos públicos, en EE UU existen empresas privadas especializadas en “mercado educativo” que ejercen como asesoras intermediarias entre familias, instituciones y otras empresas.
Agentes como UniRank, TalentLMS, Kindercare, Laureate, Educate INC o Donorschoose forman parte del entramado educativo estadounidense. Lobbies, universidades privadas, multinacionales y políticos llevan medio siglo insertándose en Latinoamérica, África y Asia. El continente asiático es hoy el nicho comercial más prometedor. Las élites de India, Corea del Sur y del Norte, China, Taiwan o Japón no dudan en enviar a sus hijos a estudiar a EE UU.
El modelo neoliberal también se ha exportado a Europa. Antes de la Reforma europea del Plan Bolonia que se materializaría en 2000 con la Estrategia de Lisboa, Reino Unido ya lo había “comprado”. Sin embargo, esta forma de entender y gestionar la universidad no está teniendo tanto éxito como el esperado. La educación superior es un derecho fundamental el movimiento estudiantil lo recuerda cada curso.
El marketing de los rankings
En la moda de los rankings, ya se ha escrito el top10 del capitalismo cognitivo. Así los rankings alimentan este sistema. Por ejemplo, US NEWS, el gigante de los rankings en EE UU, oculta la cantidad de deuda universitaria que acumula el alumnado. La matrícula universitaria sigue desafiando la inflación. US News premia a colleges y universidades que gastan libremente en marketing sin importar que ello implique un aumento exponencial de las tasas.
El prestigio de ir a universidades privadas como Princeton, Columbia u otros centros de la liga IVY, la lista deportiva de “las mejores universidades de EE UU” conlleva obtener “los mejores puestos de trabajo” y si no eres rico, endeudarte probablemente con el banco.
“Las ivylitas” ofrecen una educación personalizada, programas de mentorías a medida y equipos tecnológicos punteros. Pero el modelo meritocracia fomenta un deseo de estatus social que sobrepasa los límites de unas condiciones materiales precarizadas. En California, el 19% de los estudiantes son literalmente homeless cada curso académico. Duermen durante los años que dura su carrera universitaria en sus vehículos porque no pueden pagarse una habitación en condiciones.
Un entramado bancario
Miles de estudiantes han sido mal asesorados a la hora de pedir un préstamo bancario para costear sus estudios. Las consecuencias de esta práctica que podría considerarse fraudulenta llevan más de una década mostrándose. Ahora la situación es insostenible.
Las relaciones entre centros educativos y gobierno federal están intermediadas por una industria bancaria –el banco privatizado Sallie Mae y su primo Fannie Mae copan el mercado– que gestiona los préstamos y cuyo lucro proviene de los intereses financieros de la gestión de estas deudas.
Como ha informado el Wall Street Journal, los responsables gubernamentales de las políticas educativas y fiscales están “demasiado relajados” y regulan poco las 15 empresas contratadas como agencias recaudadoras para cobrar los pagos educativos en nombre del gobierno.
Basta teclear #SallieMae en twitter para observar el poder de influencia que el banco tiene a través de sus community managers y asesores, así como las experiencias traumáticas de familias y estudiantes endeudados que reúnen hashtags como #debtlife.
Los informes que Sallie Mae publica (“How America Pays for College”, 2016) ofrecen estadísticas que ocultan la desigualdad del sistema y refuerzan la idea trampa de la “libre elección”: el 67% de las familias condiciona su decisión de apoyar a sus hijos según el precio de los Colleges y el 40% de los estudiantes no va al College que desea por cuestiones financieras.
“El sistema económico de la deuda educativa es una ingeniería financiera de alta definición diseñada para ganar dinero a costa del estudiante y su familia”, describe una profesora universitaria en Nueva York que prefiere mantenerse en el anonimato.
La universidad trump y otras pequeñeces “educativas”
La Universidad Trump fue una empresa privada con ánimo de lucro que funcionó entre 2005 y 2011. Fundado por Michael Sexton, Donald Trump y Jonathan Spitalny, este pedazo no estaba acreditado como ni como universidad ni como college, pero ofrecía formación en administración de empresas, emprendeduría y creación de riqueza. La educación como mercancía (postulado que reproduce hoy el sistema estadounidense y gran parte del sistema europeo) se resume en la declaración que Trump hizo en el lanzamiento de su “universidad”: “Si tuviera la opción de ganar mucho dinero o de impartir muchos conocimientos, creo que sería tan feliz impartiendo conocimientos como ganando dinero”.
Tras cinco años de estafa educativa, en marzo de 2010 el Comisionado Adjunto de Educación Superior, Joseph Frey, envía una carta a Trump: “El uso de la palabra ‘universidad’ por parte de su empresa es engañoso y viola la Ley de Educación de Nueva York y las Normas de la Junta de Regentes”. Tres meses después la “Trump University” cambia su nombre por “The Trump Entrepreneur Initiative”, pero el engaño continúa.
En 2011 la oficina del fiscal general de Nueva York abre una investigación a la empresa que desemplumaba hasta 35.000 dólares por asistir a seminarios de tres días. En 2013 el Estado de Nueva York presentaba una demanda civil de 40 millones de dólares contra la Universidad de Trump alegando prácticas comerciales ilegales y fraude. En 2014 llega la condena. Además, la “Universidad trump” y el propio Donald tuvieron que afrontar sendas demandas colectivas por las que Trump debió pagar 25 millones de dólares en noviembre de 2016, dos meses antes de asumir la presidencia del país. Los abogados de las causas trabajaron gratis para maximizar el dinero retornable a los casi 7.000 estudiantes estafados.
En medio del boom globalizado de cursos por internet (MOOCs, Massive Open Online Courses) que está teniendo lugar desde hace un lustro, hay otros chiringuitos camuflados bajo el nombre de “filantropía”. Así legan “inventos educativos” de gigantes como Google, que ha desarrollado todo tipo de dispositivos para “captar el talento” (p.e. Google’s Global K-Startup), capitalizar saberes y herramientas que luego revenderá a la ciudadanía. Multinacionales hacen el trabajo que deberían hacer ministerios de Educación y escuelas públicas de cada región del planeta. Bravo.
En la cara amable y “filantrópica” del capitalismo cognitivo, también aparece Twitter. En 2013 Twitter compró Marakana (empresa de San Francisco, EE UU, dedicada al entrenamiento en lenguajes informáticos de código abierto) y en 2014 empezó su propia “universidad”, en colaboración con amigos como Youtube. No hay constancia de querellas por uso fraudulento del compuesto “Twitter University”. Es más, hoy la multinacional de la información en red se permite el lujo de hacer rankings de las universidades de verdad. ¡Y los centros educativos los tienen en cuenta!
En este contexto, “las injerencias educativas de bancos como Santander con su portal Universia o BBVA con elevadas partidas para universidades y centros de investigación públicos –denunciadas por el movimiento estudiantil español desde el año 2000– resultan de aficionados”, describe una analista de datos de Madrid que prefiere mantener en anonimato.
Strike debt, un manual de resistencia
Strike Debt, la plataforma continuadora de de Ocuppy Wall Street 2011, publicó en 2012 The Debt Resister’s Operations Manual, un manual repositorio de experiencias, herramientas y datos sobre la deuda por ejes temáticos. En el capítulo “Students Debt, Foreclosing on the future”, describen la deuda estudiantil como “una de las mayores trampas”, “un sistema depredador” y “una burbuja a punto de explotar”. Explican cómo “ante la ausencia de matrículas gratuitas o de bajo precio, los y las estudiantes asumen deudas trascendentales para cubrir tasas y costes de vida universitaria astronómicas, obligados a través de miedos a un futuro financiero incierto y a través de falsas promesas de una carrera estable”.
El cambio de modelo: la educación como un derecho a la educación como una mercancía para intereses individuales se materializa en los escándalos de lenders y universidades. (P. 70 The Debt Resisters. Manual Operations)
En 2012 ya se documentó más de un billón de dólares de deuda estudiantil impagada en EE UU, una acumulación que solo superan las hipotecas de vivienda. El colectivo cita la investigación “Delinquency: The Untold Story of Student Loan Borrowing”, de Alisa F. Cunningham y Gregory S. Kienzl, para observar que ya en 2005 el 41% de los estudiantes endeudados no podían pagar y eran considerados delincuentes por defecto.
Debt Collective, nacido del colectivo Rolling Jubilee durante el movimiento Occupy Wall Street de 2011, sigue llamando a la “huelga de la deuda” y a unir fuerzas para cambiar el sistema educativo y su relación con los bancos. Adquirir deuda para financiar tu educación significa que la educación ya no es un derecho fundamental. En su web dicen: “Si tú le debes mil dólares al banco, el banco es tu dueño. Pero si le debes un billón, entonces el banco te pertenece”.
Durante estos años Debt Collective se está dedicando a comprar deudas estudiantiles a través de crowfundings ciudadanos. Los bancos venden estas deudas en bolsa a precios reducidos. En 2015 el colectivo había abolido más de 31 millones de dólares de deuda estudiantil.