El pasado 5 de junio, un equipo de astrónomos presenta un descubrimiento en las antípodas de todo esto, pero no por ello menos apasionante. El hallazgo se ha hecho con el telescopio extremadamente pequeño KELT, cuyo objetivo es detectar exoplanetas en torno a estrellas mucho más grandes, brillantes y violentas que el Sol. Estos astros parecen albergar muchos menos planetas que las estrellas más pequeñas, y una posible explicación es que estos mundos acaban siendo devorados por su estrella o desintegrados por la intensa radiación.
Los responsables del telescopio lo describen como un planeta gaseoso unas dos veces más grande que Júpiter y que está 30 veces más cerca de su estrella que la Tierra del Sol, lo que le convierte en el gigante gaseoso más cálido descubierto hasta el momento.
El nuevo mundo está a 650 años luz. Un año terrestre dura allí un día y medio, lo que tarda en dar una vuelta a la estrella. Kelt 9-b ofrece siempre la misma cara a su astro. La temperatura en la faz iluminada supera los 4.300 grados, casi 10 veces más que Venus, el planeta más cálido del Sistema Solar. El calor y la radiación hacen que los átomos de la atmósfera vibren tanto que les es imposible unirse para formar agua o cualquier otra molécula con la que comenzar a construir una química mínimamente habitable.
Con los niveles de radiación ultravioleta actuales, el planeta perdería toda su atmósfera en 600 millones de años, con lo que quedaría expuesto su núcleo. Pero mucho antes, en 200 millones de años, la estrella consumirá todo el hidrógeno que contiene e iniciará un proceso de envejecimiento y muerte que triplicará su tamaño. Si aún queda algo del planeta, es posible que sea devorado causando un gran estallido de luz, explica el estudio.
“Este planeta es lo más lejano en cuanto a la vida, el más extremo, el más inhóspito e infernal, pero gracias al estudio de su atmósfera vamos a aprender nueva astrofísica”, resalta Ignasi Ribas, investigador del Instituto de Ciencias del Espacio, en Barcelona. El hallazgo también refuerza la idea de que “hay planetas en todos sitios, incluidos en las estrellas más cálidas”, añade Scott Gaudi, astrónomo de la Universidad del Estado de Ohio (EE UU) y primer autor del estudio.
Fuente: El País